En los umbrales del Renacimiento italiano, resplandeció la
figura de Rita de Casia, espejo de paciencia y ejemplo de fe inquebrantable.
Casada siendo muy joven con un hombre violento, soportó con entereza cristiana
los agravios, devolviendo bien por mal y convirtiendo el hogar en un remanso de
paz mediante la oración constante.
Viuda y despojada de sus hijos, ingresó al convento agustino
donde su profunda devoción mariana la llevó a participar de los dolores de la
Pasión. Una espina de la corona de Cristo quedó milagrosamente clavada en su
frente, haciéndola cofrade de los padecimientos redentores. Desde entonces, su
celestial intercesión obtiene gracias y prodigos para las causas más
desesperadas e imposibles según el juicio humano.
Santa Rita, con su vida de sacrificios ofrecidos por la
conversión de los pecadores, alienta a las almas afligidas a perseverar en la
fe y la confianza filial en Dios. Esta heroica esposa, madre, viuda y monja
representa el triunfo de la humilde paciencia sobre las adversidades
terrenales.
Además, Santa Julia, Virgen y Mártir; Santa Joaquina Vedruna de Mas, Viuda y Fundadora; San Casto, Mártir; San Emilio, Mártir; Santa Humildad; Santa Quiteria, Virgen y Mártir; San Román.
℣. Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
℟. Demos gracias a Dios.