La Iglesia cristianizó en otro tiempo las fiestas paganas, usando con soberana libertad de las fechas y de las ceremonias para dotarlas de un contenido cristiano enteramente nuevo.
Inspirándose en esa tradición, coloca ahora la fiesta civil del trabajo el 1 de mayo, bajo el poderoso patrocinio de San José, el humilde artesano escogido por Dios para velar sobre la infancia del Verbo encarnado.
¿Quién mejor que él, en su trabajo de cada día, dio gracias a Dios Padre por el Señor Jesús (epístola), aprendiz suyo dócil y obediente, a quien llamaban el hijo del carpintero (evangelio)?
Cubra San José con su vigilante protección a este mundo del trabajo, de cuya dura suerte participó; guíe y sostenga sus esfuerzos para que reine en el mundo la justicia y la caridad bajo la ley del amor de Cristo Jesús.
Oración: ¡Oh, Dios!, creador de todas las cosas, que has impuesto a los hombres la ley del trabajo; haz que, siguiendo el ejemplo de San José y bajo su patrocinio, realicemos con perfección la obra que nos mandas y alcancemos la recompensa que nos prometes. Por J. C. N. S.
Santos Felipe y Santiago el Menor, Apóstoles
San Jeremías, Profeta
San Peregrino Laziosi, Sacerdote
San Amador de Auxerre, Obispo
San Segismundo de Borgoña, Rey
San Teodardo de Narbona
San Teodulfo, Abad
℣. Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
℟. Demos gracias a Dios.